La acción transcurre en una sala. García, un condenado a los infiernos,
acaba de ingresar a una habitación y se asombra de no ver parrillas, ni
fuego, ni instrumentos de tortura.
También llegan las mujeres: Inés Serrano y Estelle. Al quedar los tres solos, la curiosidad los incita a averiguar sin piedad lo que ellos han hecho en vida para merecer tal castigo.
Cada uno da su versión, a lo largo de la cual van mostrando, su miserable humanidad: García es un cobarde, Inés una lesbiana y Estelle, una infanticida. Todos se reprochan su forma de ser. Desesperadamente intenta esquivarse, pero es inútil. Cada cual mira su presa, pero no puede conseguir nada porque los tres se obstaculizan mutuamente.
La puerta se cierra y no volverá a abrirse. Los lazos que los unen para destruirse son indestructibles. No podrán descansar, olvidar, ni matarse.